Una atracción inseparable al piso del colectivo

Dos horas sacándome el chicle de la planta de la sandalia. Todo porque a algún HDP que se pasa la vida escuchándose masticar en vez de preocuparse de las cosas que sí son importantes y que a todos nos acongojan (ayer pasé dos horas llorando por la Guerra en Medio oriente) se le canta el culo escupir (seguro que lo escupió) el chicle en vez de guardarlo como se debe en el envoltorio original para tirarlo al bajar del vehículo, en un tacho de basur; o para pegárselo en el pelo a algún perro callejero. No. En vez de eso, tengo que bancarme yo que el calzdo que acabo de limpiar (una lavada íntegra, señora!) me quede enchiclado. Ojalá te lo hubieras tragado, HDP, y se te hubiera formado un globo en el estómgao (como me decían de chico que pasaba) y te tubieran que amputar el páncreas, dos hígados, un riñón y tres de los seis metros de intestino (delgado).

Hijodeputómetro: QUEHIJO...!